Si en el grupo Inditex el virtuosismo clonador alcanza cotas inimaginables, es en H&M de la mano del equipo de diseño dirigido por Margareta van den Bosch donde las tendencias de la pasarela son resumidas, exprimidas y sintetizadas al máximo. Con un enfoque sobre la moda similar al de Ikea sobre la decoración, H&M triunfa en los armarios de los países «ricos» a base de un estilismo «do it yourself», ofreciendo prendas básicas, que apunten una o dos tendencias a lo sumo y que coordinen con decenas de productos de la tienda. Sin apenas abalorios, filigranas ni lujos, pero con detalles muy de agradecer y que beben de las influencias couture de los grandes maestros de los cincuenta y sesenta, como bolsillos insospechadamente decorativos, grandes botones, pinzas coquetas o bajos adecuados a la silueta de cada momento. No dudo que es un auténtico reclamo de lujo fácil la posibilidad de encontrarse con réplicas muy precisas de la pasarela al entrar en cualquier Zara, pero personalmente he de confesar que muchas veces prefiero la síntesis facilona y atractiva de la cadena sueca, esas prendas sin malicia pero con mucho recorrido y que combinadas con pocos y buenos accesorios confieren un look limpio y coherente…
Para la colección de transición a la inminente primavera (fashion, la real tardará un poco más), las auténticas influencias del equipo de diseño, temporada tras temporada, son breves y certeras: Stefano Pilati (y su impecable trabajo para YSL) para las siluetas y texturas, Dries van Noten, Lanvin y Marni para estampados y la paleta de colores, Chloé y Mulberry para largos, detalles femeninos y los complementos, cada vez más afinados. En definitiva, una colección «crucero» (porque todo llega al highstreet, y las mid-season collections no iban a ser menos) sutil, elegante y ponible, salvo por las declinaciones excesivas de la tendencia étnica (porque de todo tiene que haber)…
Amarillo dorado para parkas, minivestidos y blusas. Un color positivo y curiosamente combinable, acompañando azules grisáceos, grises, negros y blancos.
El «comeback» de colores clásicos que nunca terminaron de marcharse: rojo carmín, negro, chocolate y verde «celedón», sobre prendas con mucho vuelo, pinzas y aires tribales.
Y cómo no, la especialidad de la casa, la silueta «babydoll» sobre todo y para todos: gabanes de manga tres cuartos, minivestidos y túnicas en colores suavemente empolvados y muy chic. Mi favorito es este minivestido de punto gris de aire suavemente sixties y que podrá combinarse con prácticamente cualquier color de la temporada. Y vosotras, ¿tenéis ya vuestro predilecto?
NOTHING TO WEAR 