¿Las mujeres nos vestimos para nosotras mismas, para los hombres, o para otras mujeres? Interesante pregunta con infinita combinatoria de respuestas. Todas afirman vestirse primero para ellas mismas. Muchas confiesan su inclinación a vestirse también para otras mujeres, buscando su aprobación de identificación. Y unas pocas reconocen sin pudor vestirse para los hombres.
¿Quién es la chica Luella? Me atrevería a decir que esta mujer se viste mucho para ella (seguro que sonríe delante del espejo cada mañana), algo para otras mujeres (el sentido lúdico de la ropa de Luella es una invitación a la hermandad «girlie») y bastante para los hombres (no necesariamente para seducirlos, pero sí para dejarlos fuera de juego). Esta firma se nutre del hecho que la musa y la diseñadora son una misma persona, y una vez consagradas, convierten su firma en un arquetipo de mujer con vida propia. Luella Bartley diseña para ella misma y para sus amigas, posiblemente la pandilla más «cool» de todas. Formada en la Centra St. Martins donde se especializó en periodismo de moda, formó durante años parte vital de la «troupe» del Vogue hasta su marcha en 1999 para crear su propia línea, y en trece temporadas sus colecciones son un éxito de crítica y público, hasta el punto que su retorno a Londres este año fue todo un acontecimiento para la London Fashion Week.
La chica Luella es iconoclasta, juguetona, sexy y nada conformista. Conoce las reglas del «buen vestir» y las rompe todas. Disfruta de los acabados de lujo, los estampados delicados y las hechuras «lady», pero les da la vuelta y pervierte a su manera: un trench de flores con el punto canalla del vinilo, una falda tableada demasiado corta, unos botines de institutriz con una punta desafiante, gafas de intelectual, largo cabello alborotado, bolsos en principio políticamente correctos cubiertos de argollas y tachuelas… La lista de las señas de identidad de la diseñadora y sus chicas es interminable y se va nutriendo temporada tras temporada de nuevos referentes que acaban sí o sí fusilados hasta la extenuación en el highstreet.
La diseñadora es todo un ejemplo de «English Rose» o belleza típicamente británica: rubia, de tez fina, clara y algo pecosa, ojos claros y rasgos regulares. El «twist» de Luella es llevar su largo cabello fino casi sin peinar, prescindir del maquillaje obvio y adornarse en cuanto tiene ocasión de fulares y colgantes irreverentes. Y tener de fotógrafo a tu marido David Sims, uno de los mejores profesionales del sector, sin duda debe ayudar.
En su salida a pasarela tras la presentación de la colección de primavera/verano 2008: blazer tipo equitación, pitillos grises y botas biker negras.
Con amigos y musas, tras la presentación de su colección otoño/invierno. Embarazada de su tercer hijo, lució barriguita con rayas marineras en plata sideral.
Éste fue el estilismo de la salida a pasarela: los botines en punta de charol evocan al calzado vintage pero sabiamente actualizado.
Otro fin de desfile: Luella vende muchísimas camisetas serigrafiadas (y bolsos): basta un t-shirt estupendo, un buen foulard que ilumine el rostro, tus vaqueros favoritos y unas botas cortas para construir un estilismo absolutamente cool este otoño.
El «glitter» y las transparencias no tienen porqué ser sólo para el día. Sobre una prenda básica como una blusa, pueden mezclarse con casi todo.
Eran tiempos del «shabby chic» y Luella estaba embarazada: nada mejor que un amplio vestido vintage para acomodar la barriguita y las eternas botas moteras para contrarrestar tanta delicadeza. El look podría actualizarse ahora con un vestido más corto y complementos punk.
Nota: estaré ausente unos días, disfrutando de un exíguo puente «extendido» por arte de magia, en la pérfida Albión, tierra de mis ancestros. Que disfrutéis (mucho), descanséis (lo justo), y hasta la semana que viene…