¿Qué ocurre si trasplantas la silueta abanico del 2007 y la injertas en las líneas verticales de los años 20? Pues que tienes el desfile de Proenza Schouler, dos socios que no se llaman ni Proenza ni Schouler y que son los favoritos de ñoñas tan influentes como Kirsten Dunst y Cate Bosworth. Obviad los espantosos sombreros hongo y los chunnguísimos botines y tendréis prendas llenas de lujo, en contraste con una primavera de estos diseñadores de lo más sport-chic-lycra.
Dos hermanas jóvenes y lanzadas crearon Rodarte hace pocas temporadas y arrasan con pret-a-porter que es prácticamente costura (y que se parece mucho en precio también). Buscan la femineidad huyendo de lo fácil, el lujo juyendo de la ostentación y la exclusividad huyendo del marketing de celebrities.
Ellas son las diseñadores, currantas de lo exquisito que saben cómo tiene que ser un vestido de chiffon aunque no les apetezca enfundarse en uno…
Una última reflexión: qué curioso es ver en NY una femineidad diferente, culta, refinada y nada obvia, en la capital del país con el que todos identificamos la belleza oxigenada, recauchutada y lycralizada. Y ver en Milán, cuna del renacimiento, ropa sexy, elástica, chillona y a veces hasta hortera. ¿Habrá que cambiar los tópicos?